20 de febrero de 2012

Esencia del arte y, en su defecto, del Artista

Desde pequeños nos auto-convencernos de que somos buenos. Nos gusta compartir, nos gusta ayudar, nos gusta ser útiles. Nos gusta el orden, hacer cosas por lo demás, seguir las leyes, no ensuciar el espacio, cuidar de nuestros perros.
Los humanos no somos buenos ni malos, no somos completos ni incompletos, no tenemos las cosas claras, nos auto-destruimos como raza y, a menudo, como personas. Destruimos nuestro entorno, algunas veces también a las personas que amamos. Amamos. A nosotros mismos, a los demás, a nuestro entorno y al entorno ajeno. Odiamos. A nosotros mismos, a los demás, a nuestro entorno y al entorno ajeno. Comemos animales en platos refinados y damos de comer animales ajenos a nuestros animales domésticos.
Nos organizamos, nos organizan. En pequeñas agrupaciones a las que llaman por aquí sociedad. Sociedad de consumo, sociedad de producción, sociedad del bienestar. Algunos están bien, algunos están mal. Organizamos la tierra que creemos nuestra. Le ponemos nombre, precio, la modelamos y dividimos. También el cielo. He oído que también el mar.
Algunos enloquecen. Algunos no saben sobrellevarlo cuando descubren que ellos mismos o que los demás no nos buenos. Enloquecen. Enloquecen por ser avispados, por entender más de lo que deberían, por entender la incomprendida contradicción de la esencia de nuestro sobre-valorado ser.
Cuando esto ocurre cada uno se aferra a lo que quiere, o a lo que puede. Normalmente ocurre, simplemente ocurre. No nos damos cuenta, sólo ocurre. Somos más inconscientes de lo que creemos. Algunos entonces se aferran a un modelo a seguir. Se ciernen a lo socialmente correcto, niegan sus impulsos malevólicos, se niegan a ellos mismos. Algunos buscan perder el peso que la razón ejerce sobre sus consciencias. Oh sí, bebemos, nos drogamos, nos alienamos de esa razón que nos configura como seres.
Los artistas no son más que aquellos que, siendo conscientes de lo malo de nuestro ser, no consiguen sobrellevar dicha maldad. Lo hacen bonito, y cuando hablo de bonito no me refiero a bello, sólo a bonito. Creen que han de hacer algo grandioso, algo más. Algo que eleve nuestro espíritu bueno y que anule lo malo.
Sólo algo que haga que lo malo valga la pena.
No importa el qué. 

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